Cuando llega la tormenta todos
los elementos de la naturaleza chocan entre sí para mostrarnos su lado más
agresivo, el más caótico y, en ocasiones, hasta peligroso.
Lo mismo sucede con las
relaciones humanas, también nosotros chocamos y nos derrumbamos emocionalmente
en nuestras discusiones, nuestros desencuentros, nuestras diferencias.
Cuando llega esa tormenta en que
todo parece juntarse, el agotamiento, la rabia, el malentendido y un
desencadenante casual, muchos perdemos nuestra paciencia hasta el punto de decir cosas
que más tarde lamentamos.
No siempre es fácil mantener la
cabeza fría y el corazón templado pero, en ocasiones, un instante de tormenta
trae consigo diez años de arrepentimiento. Aprendamos a mantener la calma.
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