¿Cuántas veces hemos llorando en nuestra vida? ¿Cuántas veces has pensado en que no eran lágrimas sentidas? ¿Cómo actuaste? ¿Se aceleró tu respiración? ¿Casi lloras tú?
El llanto se asocia tradicionalmente a la debilidad. Pero reprimirlo no es algo positivo porque las lágrimas deben ayudar a gestionar el estado emocional.
Las ganas de llorar es la respuesta del organismo que permite que las partes expresen y liberen su estado emocional.
Aunque mayoritariamente se asocia a sentimientos negativos como la pena, la tristeza, la impotencia, la melancolía, la rabia o el dolor, hay también algunas vivencias positivas que pueden hacer aflorar las lágrimas tales como el agradecimiento, la alegría. El llanto es la manifestación de un estado emocional.
Llorar tiene la utilidad positiva en algunos caso, de mejorar el esado de ánimo de la parte que llora. Depende de la situación. Hay una variable que parece ser decisiva para conseguir ese aspecto positivo, que la persona que está llorando reciba apoyo durante esos momentos.
Pueden buscar sucitar empatía en la otra parte o en el mediador. Llorar delante de terceros provoca que nos presten más atención. Lloran y observan las reaciones de los demás…
Respecto a los aspectos fisiológicos, el llanto hace que se liberen dos hormonas: los opiáceos y la oxitocina. Ambas tienen la capacidad de hacer que el dolor no sea tan fuerte. Además las lágrimas lubrican y protegen los ojos.
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