Con el pasar de los años tendemos a dejar poco a poco la vida activa, y la realización nuestras actividades. Esta actitud posteriormente pasa su factura, no solamente en lo físico, sino también en el intelectual; con evidencias de deterioro en ambos aspectos.
Según lo demuestran numerosos estudios llevados a cabo en referencia, la demencia y la vida sedentaria son dos aspectos que están íntimamente relacionados; ya que uno puede ser consecuencia del otro.
Por lo general, tendemos a asociar el sedentarismo solo con enfermedades cardiovasculares, tendencia a engordar, perdida de agilidad y otras afecciones físicas. Sin embargo, los avances de la ciencia han demostrado que también afecta la actividad cognitiva.
¿Qué definimos como demencia?
Según lo describe la Asociación Americana de Psiquiatría, la demencia podría catalogarse como un tipo de trastorno que se caracteriza por el deterioro cognitivo de la persona, lo suficientemente grave como para incidir en su comportamiento social y/o laboral.
Cuando nos referimos a la demencia, deben distinguirse según dos conceptos:
Deterioro Cognitivo Asociado a la Edad (DECAE): Este tipo de deterioro es producto del pasar de los años y es de alguna forma común en el promedio de la población de la tercera edad.
Deterioro Cognitivo Leve (DCL): Son alteraciones cognitivas que sin llegar a alcanzar los estándares para denominarlas demencia, se asocian a un mayor riesgo de llegar a desarrollarla en un futuro.
En lo referente al Deterioro Cognitivo Leve, los estudios realizados han llegado a la conclusión de que habituarse a llevar una vida sedentaria; podría incidir negativamente en la propensión a desarrollar una demencia a temprana edad.
La neurogénesis y el estado de demencia.
Hasta hace poco tiempo, existía el criterio de que las neuronas cerebrales cesaban de reproducirse a una cierta edad.
Posteriormente, gracias a la investigación de Peter S. Eriksson en el año 1998, se concluyó que en el cerebro las neuronas se generan durante toda la vida y a ese proceso se le llama neurogénesis.
Son precisamente los procesos como la neurogénesis, los que permiten que el cerebro humano se mantenga activo y atienda proactivamente a las exigencias de una vida funcional.
De allí la importancia de potenciar este proceso, para conservar nuestras habilidades cognoscitivas por mucho más tiempo .
Sin una importante activación de la neurogénesis, el deterioro cerebral se incrementa dejando como resultados, la aparición de cuadros de demencia senil y, en los casos más extremos, aparición de la enfermedad del Alzheimer.
Actividad física y su incidencia en los procesos mentales
Factores como la actividad física, ambientes sociales amigables, ciertas restricciones energéticas y la regulación de la actividad mental; actúan como potenciadores positivos de neurogénesis, y ayudan de forma contundente a mantener saludable nuestra mente.
En lo que respecta a la actividad física, podemos apreciar entre los diferentes beneficios que aporta al organismo; los relacionados con los siguientes procesos mentales:
Fortalecimiento del el sistema cardiovascular y del sistema cerebrovascular.
Potenciación de la neurogénesis.
Favorece las estructuras cerebrales como los vasos sanguíneos, dendritas, etc.
Incide en el mejoramiento de la plasticidad neuronal y los procesos electrofisiológicos.
Incremento de los factores asociados a la regeneración cerebral.
Inhibición de los procesos que favorecen la formación placas amiloides, asociadas a la Enfermedad de Alzheimer.
¿Qué factores inhiben los procesos cerebrales como la neurogénesis?
Como ya hemos descrito, la falta de actividad física juega un papel importante en la perdida de la capacidad del cerebro de generar neuronas; aunque no es el único aspecto que pudiese afectar este proceso.
Condiciones extremas o mantenidas que produzcan estrés, propician que se genere en el cerebro hormonas que actúan negativamente como el cortisol. Su efecto inmediato en los procesos cerebrales es el del bloqueo de la neurogénesis.
El desarrollo de un adecuado programa de ejercicios físicos, puede conllevar a revertir este proceso; ya que esta actividad logra reducir de manera importante los niveles de cortisol y por ende, se potencia la producción de células nuevas en el cerebro.
Por las razones anteriormente expuestas, llevar una vida sedentaria en la que el cuerpo no sea sometido a algún tipo de actividad física; hace que la persona no elimine el cortisol, impidiendo así que en el cerebro se generen células nuevas y propiciando la aparición de demencias.
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