Si muero antes que tú, hazme un favor.
Llora cuando quieras, pero no te enojes con Dios por haberme llevado.
Si no quieres llorar, no llores.
Si no logras llorar, no te preocupes.
Si quiere reír, ríe.
Si algunos amigos te cuentan algo de mí, óyelos y cree lo que te digan.
Si me elogian demasiado, corrige la exageración.
Si me critican demasiado, defiéndeme.
Si quieren hacerme un Santo, solo porque me morí, di que yo tenía algo de Santo, pero estaba lejos de ser el Santo que dicen.
Si quieren hacerme un terrible perverso, muestra que tal vez yo tuve algo de malo, pero que toda la vida procuré ser bueno y sobre todo, que toda la vida traté de ser mejor.
Si sientes tristeza y deseas rezar por mí, puedes hacerlo, pues tal vez necesite tu oración.
Si quieres hablar conmigo, habla con Dios y yo te escucharé, espero estar con él lo suficiente para continuar siendo útil para ti donde quiera que me encuentre.
Y si quieres escribir algo de mí, ojalá lograras decir solo una frase: - ¡Fue mi todo, creyó en mí y me adoró!
Ahí entonces, derrama una lágrima, yo no estaré presente para enjugarla, pero no hace falta, pues tal vez alguien lo hará en mi lugar.
Y viéndome bien sustituido, iré a atender mi nueva tarea en el cielo.
Pero de vez en cuando da una escapadita hacia Dios, seguramente no me verás, pero yo estaré muy feliz viéndote a ti mirando hacia Él.
¿Crees en estas cosas?
Entonces, reza para que los dos vivamos como quien sabe que va a morir un día y que podamos morir como quien supo vivir bien.
Si muero antes que tú, creo que nada voy a extrañar.
Porque ¿sabes algo? Tenerte a ti, ya era como tener un pedacito de cielo.
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