Disculpa si no cumplo tus expectativas, mi prioridad es cumplir las mías.
A veces nos quedamos atascados pensando en la opinión de los demás. “Qué van a decir” y “qué dirá la gente”, deben ser dos de las expresiones más dañinas en el repertorio popular. No obstante, si usted quiere éxito, usted debe desarrollar su carácter y actuar en función a sus principios. En una conocida serie televisiva, uno de los tantos diálogos, uno de los personajes principales dice: “Disculpa si no cumplo con tus expectativas, estoy ocupando cumpliendo con las mías.”
A veces esto pasa en la propia familia. Padres que quieren que sus hijos estudien o hagan tal cosa. Hermanos que quieren decirte lo que puedes hacer. Y esto suena duro, pero lo cierto es que, si quieres volar con tus propias alas, tienes que tomar la decisión de hacerlo aun cuando el mundo entero esté en desacuerdo. Lo más importante acerca de ti es lo que piense usted mismo. ¿Usted vive satisfecho porque más allá de sus errores y aciertos tomó sus propias decisiones o vive lamentándose por no tener el coraje de hacer respetar su voluntad?
Si nadie va a morir por usted, nadie tiene que vivir por usted. Su vida le compete a usted. La libertad cobra más fuerza cuando el ser humano concreta su voluntad.
Olvídese de la posibilidad de fracasar. Es algo inevitable. Muchas veces el principal argumento que usan quienes quieren someternos a sus caprichos es “la posibilidad de perder.” “¿Y qué pasa si pierdes?”, preguntan. La verdad es que pasa algo: GANAS EXPERIENCIA. Y con experiencia, ahora estás más cerca del éxito. ¿Sabe quiénes son las únicas personas que no se equivocan? ¡Las que no hacen nada!
Lo único que debería asustarte no es la posibilidad de perder dinero, sino la posibilidad de perder tiempo. ¿Cuántos años o meses quieres que sigan pasando para que des ese salto? El dinero se recupera, el tiempo ya no. Por favor, no permitas que las opiniones ajenas sean tus cadenas. Una vieja frase dice: “mi futuro está en mis manos, no en la boca de la gente.” Son tus decisiones, no lo que otros piensen. No importa quienes son esos otros, pueden ser tus papás, o tus hermanos. Pueden tener tu sangre, pero no tienen tu vocación, no tienen tu visión. Recuerde: cada loco con su locura.
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